Una reforma integral en un inmueble se suele ver como una inversión de futuro, ya sea para aumentar la comodidad o aumentar el valor de venta de un inmueble. Además, las reformas integrales no suelen ser nada baratas.
Es por esto último que mucha gente cree que no se puede permitir una reforma integral. Sin embargo existen varias formas de financiar un gasto tan elevado, como pueden ser préstamos o créditos que facilitan esta remodelación. Veamos cómo podemos financiar nuestra reforma integral.
Financiación para reformas
Antes de nada, es importante saber cuánto nos va a costar dicha reforma, por lo que deberemos pedir diferentes presupuestos y elegir el que más nos convenga. Una vez sepamos qué cantidad necesitamos, podemos elegir entre las diferentes opciones de financiación. En éste sentido, las entidades bancarias nos dan varias opciones, entre las que destacan el crédito o el préstamo. Es necesario diferenciar ambos términos para poder cuál conviene más en cada caso.
En primer lugar, un préstamo es un contrato que se realiza entre una entidad financiera o empresa privada y una persona, mediante el cual se presta una cantidad determinada de dinero con una serie de condiciones que determinan la financiación y el método de devolución. El cliente recibe la cantidad de dinero prestada, comprometiéndose a su devolución en una serie de plazos.
Los préstamos poseen una cláusula en la que se añaden una serie de intereses a la cantidad prestada. La cantidad que se presta va a depender, entre otras cosas, de la situación económica de quien lo solicita y de la negociación entre la empresa y el particular.
Además, existen préstamos especiales para reformas, incluso hay gente que introduce el coste de la reforma en la hipoteca. Los préstamos son la mejor opción si el coste de la reforma es muy elevado, como puede ser una reforma integral o la reforma de la instalación eléctrica en un inmueble.
Si hablamos de créditos, al contrario que con los préstamos, son la mejor opción si la cantidad necesaria es pequeña. Consisten en una pequeña cantidad de dinero de que se va a disponer durante un corto periodo.
Se suele usar para ocasiones puntuales, como puede ser una pequeña reforma en casa, un baño o la pintura.
La cantidad que se puede prestar en un crédito son de seis mil euros, por encima de esta cantidad ya sería un préstamo. Los intereses, además, van a variar en función a la cantidad empleada. No es como en el anterior supuesto en la cual se debe devolver todo el dinero prestado más unos intereses.
En este caso, se basa también en un contrato en el que el cliente decide cómo se va a devolver el dinero en base a su situación económica, y sólo devuelve lo que ha usado, sin ningún tipo de interés adicional.