Si uno pasea por determinados barrios del centro histórico de grandes ciudades puede encontrarse con carriles bici, restaurantes vegetarianos o viejas vías de tren convertidas en jardines junto a negocios de toda la vida.
Para algunos esto se debe a un proceso natural de cambios en la socialización de las grandes ciudades, para otros, un sistema de especulación inmobiliaria; otros -muchos- no habrán oído nunca hablar de la gentrificación.
Es indudable que la principal actividad económica de un país se desarrolla en sus ciudades. Según diversos estudios, como el realizado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), destacan que más del 70% de la población española vive en las grandes áreas urbanas.
Esto ha provocado que se genere una nueva rama de estudio económico denominada economía urbana, encargada de estudiar los sistemas económicos relacionando sinergias económicas con el urbanismo o las infraestructuras.
Qué significa gentrificación
No nos molestemos en acudir a la RAE, la Academia aún no reconoce este anglicismo derivado del sustantivo gentry (gente de bien o burguesía), que en España podríamos traducir como elitización de una zona, generalmente en el centro de las grande ciudades.
Qué supone y cómo se desarrolla
En general, es un fenómeno que podemos definir como la reconversión o recuperación de zonas o barrios degradados mediante una serie de procesos como: rehabilitación de los edificios, recuperar espacios singulares; también llevan consigo una serie de cambios en sector económico: reconversión o instalación de nuevos comercios, instalación de nuevas empresas y del sector terciario; o de la cultura como hoteles, restaurantes, teatros, salas de ensayo, etc.
Existe la posibilidad que desde la administración local se interese por la revalorización del patrimonio de los centros urbanos. Así, un poder local que esté interesado en la regeneración de una zona, puede incidir en su reconversión incentivando la instalación de determinadas infraestructuras o desarrollando estrategias de planificación urbana que sean convergentes a modificar espacios.
Y sin olvidar los cambios sociales: la llegada de nuevos vecinos. Una de las características principales en cualquier dinámica de gentrificación son los activos sociales. Hasta estas nuevas zonas se desplazan colectivos que según su procedencia, origen, actividad o profesión se convierten en motor del cambio de la zona donde conviven.
Distintas visiones
La gentrificación depende mucho de quién y cómo se mire. Hay mucha leyenda negra sobre este proceso. Algunos expertos aluden a que estos cambios únicamente son aprovechados por las constructoras y agencias inmobiliarias, para adquirir viviendas en el centro histórico o en barrios más o menos degradados a precios bajos para aumentar -tras una rehabilitación- el precio de los inmuebles.
Quizá quedarnos únicamente con esta visión sea algo simplista. Cualquier proceso de cambio social, y este lo es, tiene unas derivadas socioeconómicas mucho más profundas.
La mayor crítica a este proceso recae al teórico desplazamiento al que se ven obligados los habitantes originales de la zona. Toda lógica parece suponer que la mejora del entorno hace que se eleven los precios de los alquileres, por lo que en muchas ocasiones, esto provocará el desplazamiento de los ciudadanos más `pobres´ hacia otras zonas periféricas de la ciudad.
Esto que en teoría parece lógico, no es tan duro en realidad. La llegada de nuevos habitantes a un barrio o el resto de detonantes que provocan un proceso de gentrificación, no tienen por qué someter a los antiguos vecinos, es más, la implantación de nuevos sectores hacen que se generen puestos de trabajo que traen enormes beneficios para la comunidad. Además, cada vez más la implantación de políticas públicas que cuidan a los sectores más vulnerables (como ayudas al alquiler), favorecen la convivencia. La gentrificación no puede significar expulsión.
También es irreal suponer que los antiguos comercios -los de toda la vida- desaparezcan por completo, al igual que se favorece el surgimiento de nuevos locales con productos menos exclusivos o con productos más asequibles a todos los bolsillos.
Proceso global
La complejidad del proceso de gentrificación, entendido como el natural proceso, se vive en todas las sociedades industriales.
En Europa, se da principalmente en los entornos de los barrios de los centros históricos de las grandes capitales: El Marais en París, Soho en Londres; Mitte en Berlín o Chueca en Madrid.
En todos los casos, estos barrios han seguido el mismo proceso, zonas degradadas que se convierten poco a poco en zonas más atractivas. Más tarde se fueron instalando locales de moda, y han ido incorporando a la comunidad personas con ideas creativas que han ido transformado el barrio.
En América Latina, con algunas diferencias en cuanto a los agentes impulsores (el sector público tiene una mayor presencia) también se han dado estos procesos de transformación en ciudades como Buenos Aires, en los barrios del sur de la ciudad se ha dado un impulso al patrimonio cultural con el tango como nexo de unión; o en el centro de la ciudad de México con una fuerte inversión pública y privada en el mercado inmobiliario.